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14 sep 2010

Demanda mujeres indígenas intervención de CDDHO en la zona triqui

Oaxaca, Oax., (Ciudadanía Express).- Mujeres  de la Agencia Municipal de San Juan Copala, se presentaron ante la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos de Oaxaca (CDDHO), para exigir a ese organismo intervenga de manera inmediata y se eviten mas ataques armados en esa comunidad de la Región Triqui.

Las 28 mujeres integrantes de la organización UBISORT, entre ellas menores de edad y Paulina Flores Merino, madre de Teresa Bautista Merino, locutora de la radio comunitaria “La Voz que Rompe el Silencio” que fue asesinada en 2007., ampliaron la queja CDDH/312/(12)/OAX/2010, presentada hace medio año ante ese mismo organismo –antes del ingreso de la caravana del MULTI- sin obtener hasta el momento respuestas que garanticen el respeto a los derechos humanos de los habitantes.


Acompañadas del recién nombrado Agente Municipal de San Juan Copala, Mauro Vásquez Ramírez, tras la ejecución de Anastacio Juárez Hernández., las mujeres manifestaron ante la Visitadora General de la CDDHO, Maribel Mendoza Flores, que no pueden salir fácilmente de sus casas sin ser atacadas a balazos, por integrantes del Movimiento Unificador de Lucha Triqui Independiente (MULTI) autonombrados como Autónomos.

Este domingo, al salir con rumbo para la capital oaxaqueña hacia la CDDHO, una niña de 10 años y otra joven de 17 años de edad, fueron emboscadas por sus opositores pero ellas lograron escapar.
Agregaron a la queja, que los integrantes del MULTI-Autónomos, mantienen tomado el edificio de la Agencia Municipal de San Juan Copala, y desde ahí las atacan con armas de alto calibre, detallando que los han visto portar cuernos de chivo y armas tipo 9 milímetros.

Las indígenas de esa comunidad, indicaron que desde las poblaciones de Agua Fría, Paraje Pérez,  Santa Cruz Tilapa y Yosoyuxi, mismas en donde hay presencia de los llamados ‘Autónomos’ también les disparan, y no pueden salir sin ser acosadas a comprar sus víveres.

Detallaron que están bebiendo agua de lluvia, y su alimentación se basa en tortillas, sal y chile.
Tampoco pueden llegar al río para agarrar agua, porque ahí es más fácil que las ataquen sexualmente, como ya ha ocurrido.

Ni al interior de sus viviendas pueden estar tranquilas porque sus enemigos entran, las golpean y roban sus pertenencias.

Desmintieron ante la CDDHO que exista un cerco paramilitar y, aseguraron que los del MULTI-Autónomos inventaron ese argumento para intentar justificar sus actos de violencia.

“Ellos (MULTI-Autónomos) cometen asesinatos y luego echan la culpa a otros, ellos son los verdaderos asesinos, por eso no quieren un acuerdo de Paz y nomás meten gente de otra comunidad y que no son indígenas”, denunciaron las mujeres triquis.

Reiteraron que en San Juan Copala no existen servicios de salud y, que las personas que han resultado lesionadas por armas de fuego, tienen que permanecer tirados en las calles porque nadie se atreve a salir para ayudarlos.

Señalaron que la policía solo ingresa a San Juan Copala para levantar a los muertos y se va.
Desde noviembre del año pasado, recordaron que no hay clases en la escuela primaria ni secundaria.
En la queja, las mujeres oriundas de San Juan Copala solicitaron a los integrantes del MULTI y MULT, instalar una mesa de diálogo para lograr un acuerdo de Paz y evitar más taques armados.

Entre las indígenas que firmaron el documento, se encuentran dos niñas de 10 años de edad y jóvenes que viajaron junto con su líder de la UBISORT, Rufino Juárez Hernández para ampliar la queja.

Exigieron a la CDDHO que actúe de manera urgente, o se declare incapaz de defender los derechos de los indígenas, y deje que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), sea quien retome el expediente de queja.

Hay que insistir para llegar a la meta, uno de los secreto del éxito...

Por Bernardo Caamal Itzá, corresponsal

Peto, Yuc.- En mi infancia presencié muchos hechos violentos, mi papá me decía que en parte se debió al movimiento social maya y a la Revolución”, fue una de las múltiples anécdotas que me compartió hace más de 10 años la abuela Rosalía Alcocer Ucan.

Ella cumplió 106 años este pasado 4 de septiembre. Lamentablemente durante la medianoche de este 13 de septiembre, su corazón dejó de latir y lo curioso del destino fue que falleció en un hospital ubicado en la ciudad de Chetumal.

A lo mejor si no le hubiese llegado la calentura y la flema que lo impedía hablar, pues hubiera visto el bicentenario de la Independencia de México.

Este tipo de mal, es el azote actual de muchas familias en Yucatán, porque cuando llega en el seno familiar, todos caen postrados en cuya sintomatología, es un intenso dolor de cabeza, de huesos, fiebre y de tos. En nuestro caso, apenas salimos de esta enfermedad, pero lógicamente la gente de mayor edad, como el caso de la abuela, no la resistió.

Un día me platicó que durante su niñez, su papá lo llevaba a las actividades cotidianas de la milpa. Ella aprendió desde muy niña los secretos para cultivar la tierra. Conoció como curar con las plantas, y como también fue partera - porque en  sus tiempos no había farmacia-, y me platicó que cuando se presentaba los partos muy difíciles ahí en Tobxilá, ella recurrió a diversas plantas que conoce para socorrer a dichas mujeres, además era muy devota al niño Dios, siempre le hacía sus novenas, y en cuanto trabajos comunitarios, nunca descanso.

A pesar de sus más de 100 años y con la enfermedad de la diabetes, tenía una buena memoria porque me platicó que un día le dió asistencia alimenticia al Profesor Rubén Calderón Cecilio, que en ese entonces, era maestro rural de Tobxilá –una comunidad perdida entre aguadas-.

Doña Rosa , tuvo en una ocasión su tiendita. Lavaba ropa  y le daba asistencia a los maestros de su comunidad, y con el dinero que recibía de estos trabajos, mantuvo a sus dos hijos. La vida le fue algo difícil, pero supo luchar para mantener a su hija y a su hijo. La primera hace unos años falleció y su hijo, lo acompañó en vida hasta esta noche.

Hace más de dos años la encontré tejiendo unos adornos que se pone a la orilla de los fustanes, en esta ocasión, al concluir con este tejido se lo dejó como recuerdo a su nieta. Un sencillo recuerdo de alguien que en vida amó a mi esposa.

Una prenda que fue hecha por una mujer que a pesar de sus 100 años mostró el temple y el carácter, y que incluso, en su juventud fue la cocinera de los chicleros que iban a las montañas de Quintana Roo.
Y le preguntaba, abuela ¿No le tenías miedo a los animales del monte? Que va- me contestó-, tenle más miedo a los humanos, porque son impredecibles

Los guisos que hacía, aunque no tenía muchos detalles de la alta cocina, pero ella sabía poner el punto de sal y el “toque mágico de la abuela”.

Cada guiso, era hecho con arte por quien heredó los conocimientos milenarios mayas. Nunca la vi usando shampoo y ni jabón de tocador. Ella lavaba su pelo sólo con el agua de ceniza y su jabón favorito era el azul.

Hijo, estas cosas que nos venden, no todos son buenos para nosotros, y hay que saber distinguirlos”, me confío en una ocasión.

Doña Rosa al igual que mi abuela materna, siempre se caracterizaron por amar a la vida y tenían ese don por acompañar a la gente en su toma de decisiones. Las veces que la visitaba, siempre fue generosa conmigo, porque aprovechaba la ocasión para compartir sus vivencias y sus consejos.
A través de ella, supe que en las cercanías de Tiholop, de antes la gente hacia el ch’a chaac en el interior de los cenotes.

En diciembre pasado tuvimos la oportunidad de visitarla. En esa ocasión, sus 3 nietas todas ataviadas con el traje regional le mostraron los pasos de la jarana. En ese momento, seguramente ella recordó sus tiempos cuando era joven, lo único que hizo fue abrazar a las pequeñas, darles un beso y decirles en lengua maya ¡kanantaba’ex! –cuídense- .

Hoy sólo tengo el recuerdo de alguien que me compartió que la vida, hay que vivirla pero el secreto es,  aceptar los retos que nos ofrece y no doblegar a la primera prueba, sino insistir para llegar a la meta...